Y aquí os sirvo Hime Zen, de los mejores fanfics que he visto jamás de Sailor Moon... os lo juro.
Aquí el prólogo:
En una época perdida en las brumas del tiempo y el espacio, cuando el Caos reinaba en el Universo, una fuerza surgió entre la oscuridad, una luz llena de calidez llamada Amor, y del Amor, nació Selene, la madre de todo lo creado, resplandeciendo entre la oscuridad, la Diosa del Amor trajo como regalo supremo la vida; a la sola vista del poder del Amor, el Caos se llenó de ira, no estaba dispuesto a compartir el dominio del Universo con la Diosa, así que se desató la batalla más terrible, encarnizada y legendaria de todos los tiempos, la Lucha del Bien y el Mal, del Amor contra el Odio, de la vida, contra la muerte… una lucha eterna que no termina aún, y fue en medio de esa batalla que los dioses crearon el Hime-Zen, el sagrado legado herencia de las futuras generaciones de defensores de la galaxia para el día en que el Caos regresara las herederas del poder sagrado pudieran detenerlo de nuevo, el Hime-Zen era la esperanza de la Galaxia, lo era…hasta antes de que la desesperanza, el miedo y la desolación lo hicieran desaparecer, ya no existe, y yo soy culpable de que ya no exista…la maldad nos ha vencido…
Y el cap. 1, que por cierto, es largo, recomendado para los más pacientes:
Reencuentro con el Pasado
La Malvada Neherenia regresará al Reino de la Luna de la Muerte y revivirá junto con Diamante su ejército del mal para ayudarlo a tomar el reino de la Tierra, mientras en el santuario del cristal de Plata se llevará a cabo una reunión que resucitará traiciones del pasado… ¿Estarán los gobernantes del Sistema Solar listos para enfrentar unidos la Maldad de Neherenia?...
PERSONAJES:
Neherenia: Gobernante del Reino de la Luna de la Muerte.
Diamante: consejero del Reino de Erusión.
Reina Serenity: Gobernante del Reino Lunar.
Princesa Serena: Heredera del Poder del Cristal de Plata.
Luna: sacerdotisa del Reino Lunar.
Artemis: Consejero y Comandante de la Guardia Lunar.
Gobernantes del Sistema Solar Interior: Reyes de Mercurio, Venus, Marte y Júpiter que permanecieron fieles a la Reina Serenity cuando el Reino Lunar recibió el don de la Longevidad.
Gobernantes del Sistema Solar Exterior: Monarcas de Urano, Neptuno, Saturno y Plutón que se opusieron a la Reina cuando recibió el don de la Longevidad y son considerados Traidores del Sistema Solar.
Candalath: Druida principal de Saturno que acude a la reunión en representación de la princesa.
Príncipe Endymion: Heredero al trono de la Tierra.
Helios: Sacerdote del Reino de la Tierra.
Reina Gea: Reina de la Tierra, Madre de Endymion.
Diamante miraba el lugar asombrado, nunca en su vida había visto algo así. Se encontraba en un planeta desierto completamente, en las ruinas de lo que pudo haber sido antes un imponente castillo, no había rastros de vida en ningún otro lugar…solo un vacio total. El viento frio chocaba contra su cuerpo haciéndolo tiritar, era un frio como nunca antes había sentido, como si le calara los huesos y le congelara el alma.
-¿En dónde estamos? – pregunto desconcertado a su acompañante.
-Estás en lo que antes fue una de las potencias más letales y poderosas de todo el universo – exclamo fríamente Neherenia recorriendo el lugar con su mirada diabólica – El Reino de la Luna de la Muerte, sede de los poderes más grandiosos y oscuros que han existido desde el inicio de los tiempos. Si existiese el infierno, no sería nada en comparación con lo que fue este lugar cuando estuvo bajo mi poder.
-¿Acaso este era tu reino? – cuestiono el peliplateado perplejo recorriendo la zona desértica que se extendía a varios kilómetros.
-Lo fue – respondió la imponente mujer con la ira impregnada en sus palabras
-¿Cómo fue que terminaste encerrada en ese espejo?-
Ella volvió sus fríos ojos hacia él, cosa que lo hizo estremecerse, a pesar de que era sumamente hermosa, aquella mujer le inspiraba temor. Sus pupilas doradas eran verticales y asemejaban los ojos de una bestia dispuesta a atacar y sacar las entrañas de su presa, al igual que sus manos cuyas uñas tan afiladas como garras se mantenían crispadas todo el tiempo como si quisiera desgarrar lo que tuviese enfrente.
-Ella fue – murmuro con su voz ponzoñosa mirando hacia el horizonte donde brillaba a lo lejos resplandeciente esfera plateada .
-¿La Reina Serenity? – le pregunto Diamante observando la luna que miraba con tanto odio Neherenia, las manos de ella se tensaron y crisparon mas amenazadoramente a la mención de ese nombre y sus uñas adquirieron la apariencia de letales garras. Lo fulmino con la mirada y ella se complació al ver que le inspiraba temor.
-Ella me arrebato todo lo que me pertenecía - susurro ella – El reino…el poder que me correspondía…el amor de él – esta última frase la pronuncio mas para ella misma para que Diamante no la oyera – En otra época yo era la heredera al trono del Milenio de Plata, toda la gloria, el poder y el esplendor del universo estaría a mi merced. Era la mujer más bella de toda la galaxia y muy pronto reina de esta…pero mi madre le dio el trono a ella – se apretó los puños con furia– La muy hipócrita me suplico que la perdonase… ¡Como si pudiera perdonar su traición! ¡Me había arrebatado lo que más anhelaba, lo que más deseaba! – el tono de su voz se intensifico con ira y apretó mas los puños. - ¡Tenia que vengarme! ¡Tenía que destruir a quien me había arrebatado la felicidad que me correspondía! ….Solo había una forma para vengarme…sabia los riesgos pero no me importo, por recuperar lo que era mío haría todo lo que estuviera a mi alcance, incluso vender mi alma al Caos si era necesario – volvió su mirada hacia Diamante y sonrió fríamente al ver que él la miraba pálido y sudoroso - Se que me entiendes…si fuiste capaz de sacrificar tu propio corazón por liberarme para conseguir lo que quieres – Diamante asintió lentamente - Dime Diamante ¿Por qué deseas tan fervientemente el trono de la Tierra, que no te importo el riesgo que significaba liberarme?
-Venganza – respondió el y su rostro se crispo de la misma forma que Neherenia - El trono que debió haber sido de mi padre estaba a merced de ese maldito cobarde de Endymion – el odio se reflejaba en sus pupilas y Neherenia lo veía sumamente complacida – Alegando que el poder no sirve para fines propios ¿Qué sentido tiene tenerlo si no puedes explotarlo? La paz y la felicidad son solo utopías estúpidas, tal cosa no existe, solo hay poder y no importa nada más. Entonces el descubrió que mi padre planeaba destronarlo y lo condeno a muerte – apretó instintivamente los puños al igual que Neherenia – Yo era su última oportunidad de obtener lo que quería…jure vengar la muerte de mi padre y tomar el trono que nos correspondía por ser más fuertes y poderosos. Tuve que fingir que estaba de su lado, someterme a los asesinos de mi padre y jurarles lealtad con tal de que un día pudiese obtener mi verdadero propósito – sonrió fríamente contemplando la magnífica espada que empuñaba – Toda la humillación que he vivido, siempre estando bajo el mando de mi patético primo ha llegado a su fin…¡Por eso no me importaba sacrificar mi corazón con tal de obtener lo que quiero! ¡El sacrificio no es nada en comparación con lo que gano! ¡Ahora es mi turno de someterlos a todos y vengar la muerte de mi padre! ¡Verán con impotencia como todo lo que han protegido durante años se vuelve mío! ¡Mi venganza está por comenzar!
-Tendrás mucho más que eso – siseo Neherenia poniéndose frente a él y tocando su barbilla con sus dedos y mirándolo con sus penetrantes pupilas doradas – Puedo sentir tu sed de venganza y el odio correr por tus venas. Tendremos el universo a nuestros pies…todas las formas vivientes del universo se doblegaran ante nuestro poder. ¡Sígueme! ¡Tenemos mucho trabajo por hacer! – se dio media vuelta y camino por entre los escombros del antiguo palacio.
-¿Qué intentas hacer? -
-¡Primero que nada debo restaurar mi antiguo ejército! – siguió caminando hasta que llegaron a una extraño foso el cual estaba bloqueado por un gigantesco circulo de piedra grabado en el piso con muchas runas a su alrededor – No creo que esto sea una complicación si tú tienes esa espada – comento ella girando hacia él.
Diamante entendió lo que significaba ese comentario y sin pensarlo dos veces golpeo con arrojo la piedra que bloqueaba la entrada al foso. Al mínimo roce de la estocada la piedra estallo en mil pedazos y el negro foso se abrió a sus pies como las fauces de una bestia que esperaba a su presa. Neherenia entro caminando sin importarle la oscuridad y Diamante la siguió, llevaban caminando unos metros y una esfera dorada apareció ante ellos indicándoles el camino. Era un pasillo subterráneo muy largo, parecía no tener fin, siguieron caminando durante varios minutos y finalmente se encontraron en una gigantesca caverna. La esfera dorada se elevo en lo alto para iluminar la estancia y Diamante enmudeció al ver lo que tenia frente a él. Las bestias más terribles que había visto en su vida se encontraban allí, su aspecto era temible de forma semihumana pero con los rasgos de fieras criaturas que ni en sueños se hubiese imaginado que semejantes abominaciones podían existir. Debía haber miles en aquella caverna, todas sumidas en una especie de letargo.
-Un tesoro invaluable – comento ella viéndolas con placer – las bestias más terribles de la galaxia están a nuestra merced. ¡Los Youmas más poderosos del universo!
-¿Acaso duermen? – cuestiono el fascinado viendo a las míticas criaturas de las que alguna vez oyó aun sin poder creer lo que sus ojos veían.
-Cuando fui encerrada en aquella prisión, cayeron en el mismo letargo que yo. Para revivirlos nuestra sangre debe correr por sus venas también.
-¿Por qué? -
-Cuando me fue entregado el mando del ejército más terrible del Universo tuve que pagar un precio muy alto – comento ella sádicamente – Tuve que renunciar hasta la última gota de sangre que corría por mis venas – Diamante la miro boquiabierto – Un sacrificio insignificante como dijiste acertadamente hace una rato en comparación del trofeo que se me entregaba. Notaras que por mis venas no corre sangre roja y caliente, en su lugar ahora corre sangre negra y fría, la verdadera esencia de mí. Ahora por mi cuerpo corre mi odio incrementado por todo mi poder. Esa misma esencia las volverá a la vida y las hará mucho más poderosas.-Hizo un pase mágico con su mano y apareció una esfera de cristal en donde había una pequeña abertura y una daga de plata, la esfera de cristal quedo suspendida por el aire a la altura de su pecho y le entrego la daga a Diamante quien la recibió desconcertado. Ella se arremango la manga y extendió su brazo derecho.
- ¡Haz un corte lo suficientemente profundo para que mi sangre escurra con facilidad! – le ordeno.
Diamante cavilo, tomo su frio brazo e hizo un corte rápido y profundo. Neherenia ni siquiera se inmuto y su negra sangre broto relucientemente y cayo limpiamente en el interior de la esfera de cristal atreves del orificio, Diamante miró con horror que en su brazo se abría la misma herida que en el de Neherenia y la mira asustado.
-¡Que demonios ocurre!.- dice él.
-Recuerda que compartimos un mismo corazón…lo que te pase a ti me ocurre a mí también como perfectos reflejos de un espejo.- dijo la mujer malévolamente, y rígida como una estatua presionó su brazo mientras su sangre negra llenaba la esfera.-Tu turno.- Diamante hizo lo mismo, al momento que sus sangres se mezclaron un resplandor negro salió del Pozo de los Youmas.
-Sangre llena de odio… falta el poder de la espada que todo lo corta…-Diamante tomó en su mano la Excálibur y la dirigió a la esfera lanzando un destello dorado –Y el poder de la reina de la Luna de la Muerte.- y con su mano derecha lanzó un rayo oscuro, una explosión terrible los lanzó hacia atrás, ambos se levantaron con el horrendo rugido de las legiones de Youmas al despertar cuyos rostros monstruosos se iban llenado de vida con los rayos negros de la esfera, Diamante se hace hacia atrás horrorizado al ver avanzar a los monstruos hacia él, pero Neherenia se acerca sonriente a ellos, y extiende sus manos.
-¡Su soberana los ha despertado de sueño eterno! ¡Exige como pago su fidelidad!.- y las terribles criaturas se postran en tierra.
-He de confesar que te había subestimado…¿Pero cómo se supone que llevarás a tu ejército de monstruos a combate? ¿Cómo viajar a la Tierra?.-
-Los Youmas, Diamante, obedecen mentalmente las instrucciones que se les dan…no tienen otra voluntad que la mía o la de cualquiera que lleve la Luna Negra en la Frente…Yo no atacaré la Tierra por ti…yo permaneceré aquí, tengo que recuperar todo mi poder, aún estoy débil, te daré a los Youmas y tu irás…-y caminó atravesando el ejército de Youmas hacia el palacio en ruinas, Diamante la siguió, a su paso los monstruos se dispersaban, al fin llegaron a la puerta del palacio derruido, a su lado un enorme espejo negro de varios metros de alto y con forma de media luna invertida, esperaba, Neherenia tocó con su mano el espejo y en este abrió un portal de energía.
-¡Muéstrame el reino de la Tierra!.- dijo Neherenia, y en el espejo antes negro se reflejó una llanura verde y bella, en que Diamante reconoció enseguida el paisaje maravilloso del reino de Erusion en la Tierra.-Atraviesa el espejo y estarás en la Tierra….te seguirán y obedecerán mentalmente.-Diamante atravesó con decisión el espejo y a sus espaldas cientos de Youmas hicieron lo mismo.
El Palacio Lunar refulge aquella noche maravillosa de cielo estrellado con miles de luces plateadas, los reflejos del "Mar de la Serenidad" en medio el cual está enclavado el bellísimo palacio de mármol blanco, cede de la familia real de la Luna, le dan al hermoso palacio brillos especiales, dentro, cientos de selenitas viene y van en constante agitación, preparan una maravillosa recepción en la bellísima sala del trono llena de floreros plateados con campanillas de la luna, la flor sagrada de este planeta.
En una de las habitaciones del Palacio Lunar, algunas doncellas selenitas ataviadas con toga blanca, entran y salen con diferentes vestidos, charolas con aretes y joyas, una bella mujer de cabello azul oscuro entra a la habitación, sonríe al ver a una hermosa joven de largos cabellos rubios sujetos con dos coletas subida arriba de un banquillo, siendo arreglada con sumo cuidado por las jóvenes doncellas, llevaba un encantador vestido blanco con encaje e hilo de plata que caía con gracia majestuosa en su bella figura, las doncellas terminaban de arreglar su tocado del cabello con campanillas de la luna y de colocarle un collar y brazaletes.
-Luce bellísima majestad…-dijo la mujer de cabello azul oscuro mirando a la linda joven.
-¡Luna!.- dice ella.-¡Qué bueno que vienes! ¡Me muero de ansiedad !.- dijo graciosamente la joven princesa, Luna sonrió.-Creo que ya estoy lista…Pueden retirarse…-dijo a las doncellas que con una reverencia salieron de las habitaciones reales, la princesa Serena bajó del banquillo y se dirigió hacia Luna que tomó sus manos sonriendo.
-Todos los que la conocemos y amamos estamos felices de que haya llegado este día Princesa.- dijo la sacerdotisa.-¿Acaso tiembla?.- dijo sintiendo en las bancas y perfectas manos de la joven el ligero temblor.
-La verdad Luna he querido parecer tranquila ante mi Madre…tiene demasiadas responsabilidades como para abrumarla con mis temores…pero tengo mucho miedo…Dime Luna…¿Crees que estoy lista para esto?...-cuestiona ansiosa la hermosa joven.
-Lo que yo crea no es importante princesa…sino lo que Usted crea…debe aprender a confiar en Usted misma…-dijo la Sacerdotisa de la Luna.
-Lo intento, pero siempre me pregunto si algún día seré como Mamá…-
-Lo mismo pensaba su Madre cuando recibió el poder majestad, creyendo en sí misma y en el poder del Amor se convirtió en la sabia gobernante que es ahora, y un día, dentro de muchos años, quizá una nueva princesa se esté preguntando si podrá ser como Usted algún día.- dijo Luna, la rubia princesa se sonrojó.
-¿Debo ir ya al Santuario?.- de nuevo asustada la princesa.
-No aún majestad, no han llegado todos los reyes aún, solo he venido a hacerle compañía mientras inicia la ceremonia…y a darle mi regalo de cumpleaños.- dijo Luna extendiendo una caja plateada a la joven que sonrió emocionada.
-¡Luna! ¡No lo olvidaste!.- dijo la princesa Serena lanzándose a los brazos de la Sacerdotisa, Luna pensó que su señora no dejaba de ser aún un niña a pesar de estar en su cumpleaños número dieciséis. Emocionada la princesa abrió la caja y miró los lindos pendientes con forma de media luna.-¡Los usaré este día Luna!.- dijo encaminándose hacia el espejo de su bello tocador, Luna suspiró al ver la alegría de la princesa.
-Disfrute sus últimos momentos de tranquilidad majestad…en unos minutos será ya la dueña del destino de la Galaxia.- dijo en voz muy baja la sacerdotisa.
Por los pasillos del palacio real de Erusion en la Tierra, corre a toda prisa un joven alto y apuesto, de cabello negro e intensos ojos azules, con la armadura destruida del estómago, a su lado un chico mucho más joven que él de cabello blanco y túnica plateada corre igualmente agitado con el báculo del signo de la Tierra en su mano, a lo lejos el sonido de la batalla es atronador, las fuerzas de la Tierra se miden a los terribles Youmas comandados por Diamante, el joven alto cae al suelo con una mueca de dolor en su varonil rostro.
-¡Majestad.- se asusta el jovencito.
-¡No es nada Helios!.- dice él.-¡Maldita sea! ¡Si tuviera la Excálibur nunca me abrían herido!.- dice él, Helios lo levanta, Endymion se sostiene de los hombros del joven con una mano y con la otra detiene la sangre que se escapa de su armadura deshecha.
-Falta poco para llegar a la sala del trono majestad.- y ambos camina por el pasillo, al fin llegan a la sala en que una bella mujer de largos cabellos castaños, los espera.
-¡Endymion hijo!.- gime la reina Gea al verlo.
-No es nada Madre.- dice él.
-Lo tuvimos que traer a la fuerza Majestad, no quería dejar la batalla.- dice Helios.
-¿Diamante?.- cuestiona ella.
-Atacó por sorpresa…comanda un ejército de Youmas y tiene la Excálibur.- dice Helios.
-¿Enviaste el mensaje de auxilio al reino Lunar?.- cuestiona la reina.
-Tomaron primero el Templo y destruyeron el comunicador tridimensional.- replica Helios.
-Entonces solo queda…-murmura ella.
-Si señora…la nave de emergencia…-entiende Helios, a lo lejos los rugidos se hacen cada vez más intensos.-¡Démonos prisa majestad!.¡Estarán aquí en cualquier momento!- apremia el joven Sacerdote de la Tierra a su soberana, quien tomando su corona la coloca encima del trono de la Tierra, luego Helios le da su báculo con el golpea tres veces el suelo, un pasadizo se abre y de él emerge una nave con forma de esfera que abre su escotilla mostrando el asiento para un solo pasajero.
-Vamos Endymion…aborda…-dice la reina a su hijo.
-¡Nunca huiré de la batalla Madre! ¡Soy el soberano de la Tierra y debo protegerla!.-dice Endymion.
-Muriendo no proteges a nadie hijo.-dice ella.-Tienes un destino más importante que cumplir.-
-¡No lo haré!.- grita Endymion, su madre sonríe y lo acaricia en su mejilla.
-Te pareces a tu Padre…-dice la reina, y una lágrima escapa de sus ojos azules como los de su hijo.-Lo lamento Endymion pero toda la Galaxia necesita que vivas.- y con el cetro de Helios le lanza una descarga eléctrica que lo desmaya.-Vamos Helios…hay que ponerlo en la nave.- dijo y ella y el joven sacerdote lo levantan y colocan en la nave esférica, la reina teclea unos datos en el panel de la nave y cierra la escotilla, al momento la nave se ilumina con fulgores azules y luego desaparece de la sala del trono.
-Estará a salvo Helios.- dice la reina.-Lo envíe al Lugar más Seguro del Universo.-
-Diamante querrá derramar sangre de la familia real de todas formas majestad.- se atreve Helios.
-La derramará….pero no la de Endymion.- termina ella, en ese momento la pesada puerta de la sala del trono se parte a la mitad, y entra en el recinto Diamante blandiendo la Excálibur, Helios se coloca delante de la reina, Diamante esboza una sonrisa.
-¡Crees que la puedes proteger niño místico!.- dice riendo malévolamente.
-Diamante…necesitaba verlo por mi misma para creerlo…-dice la reina Gea.
-Lo siento querida Tía pero ahora la suerte me sonríe…¿Dónde está Endymion?.- amenaza con la espada.-Se que está herido…y está en algún lugar…-mira con sus ojos plateados toda la sala.
-Jamás te lo diremos.- amenaza Helios.
-Vaya…ha escapado después de todo…-dice Diamante.-Tengo formas especiales para que confiesen. Pero pensándolo bien…no necesito a los dos…-y sádicamente tomó la espada y la apuntó a la reina, Helios se interpuso, Diamante lo lanzó lejos con un rayo dorado, Helios cayó desmayado y luego se enfrentó a la Reina Gea.
-Nunca conseguirás sanar tu corazón con esto Diamante…-dice ella.
-Cierto…mi Padre no volverá…pero al menos me sentiré mejor viendo sufrir a los que lo condenaron…¡Tu entre ellos! ¡Siente el dolor de morir a manos de la espada de tu esposo!.- y con un terrible tajo, cortó en pedazos el cuerpo de la reina, que solo cerró los ojos, antes de
caer sin vida, desollada, al suelo, Diamante se acercó al trono y tomó la corona dorada, esbozando una sonrisa, se coloca la corona y se sienta en el trono, una risotada sádica escapa de sus labios.
-¡Al fin lo tengo Padre! ¡Al fin! ¡Al fin! ¡La ambición de tu vida y de la mía es realidad!- la luna negra de su frente lanza destellos oscuros.-¡Te encontraré Endymion! ¡No descansaré hasta matarte!.- acaba apretando el puño. Luego mira a Helios desmayado.-Tengo la llave para encontrarte…-
En el Santuario del Cristal de Plata, edificio majestuoso que custodiaba la más preciada joya de la Galaxia, está la reina Serenity ataviada con su túnica plateada de gala, mirando con sus bellos ojos azules la inscripción de la pared, el "Hime-Zen".
-Hoy es el día…El Antiguo Código será restablecido…¿Estarás lista mi pequeña Serena para encontrar el legado eterno?.-dijo con un suspiro, en ese momento Artemis entró al santuario, y se inclinó reverente ante su reina.
-Majestad…no podemos establecer comunicación con la Tierra, algo malo debió pasar con el comunicador tridimensional, no hubo respuesta en el Templo terrícola.-
-Esto no me gusta nada Artemis…es un hecho que algo muy malo debió pasar en la Tierra para que la reina Gea o Helios no respondan al llamado…Y no quiero pensar que se trata de Neherenia.-dice Serenity.-¿Han llegado todos?.- pregunta.
-Casi todos los del sistema Interior…en el hangar real están ya sus naves y sus guardias, del sistema exterior creo que solo se ha demorado el rey de Plutón.-explica Artemis.-Majestad…¿En verdad cree que es prudente haber invitado a la ceremonia de iniciación también a los renegados?.-
-¡No quiero que vuelvas a pronunciar esa palabra de nuevo Artemis!.- se molesta la Reina, el aludido baja la vista.
-Lo lamento señora-
-En estos momentos no hay renegados y no renegados, somos un solo pueblo luchando por una sola Galaxia…¡Entendido!.-
-Si Majestad.-
-Hazlos pasar a la sala principal…en un momento estaré allí.- Artemis se levanta y sale de la sala del Cristal de Plata.
Por los hermosos jardines del magnífico Palacio Lunar, llenos de flores blancas y fuentes de ensueño, van diferentes destacamentos de Selenitas con sus armaduras plateadas escoltando a una extraña figura humana, alta y de anchos hombros, que lleva una capucha blanca que cubre su rostro y sus cuerpo, en total silencio, atraviesan los jardines y al llegar al cerrado santuario, el encapuchado coloca un extraño dije plateado con signos cabalísticos en la puerta que se abre con un destello rojo, luego la guardia que los acompaña se cuadra, y el personaje encapuchado entra al recinto Sagrado.
Dentro del lugar conocido como "Sala de los Tronos" están ya otros hombres y mujeres sentados en unas sillas de mármol, el recién llegado entra hasta una silla con el signo de Marte esculpido en ella y con su mano izquierda se retira la capucha, dejando ver el rostro firme y la mirada feroz de un hombre de cabello y barba negra, su cabello largo está sujeto en una coleta estilo samurái.
-Keitaro.- murmura levantándose una mujer de cabello azul sentada en el trono con las insignias de Mercurio acercándose a él con la mano extendida.-¡Hace mucho tiempo que no te veía!.- el aludido sonríe irónicamente y muestra a la Reina de Mercurio su mano derecha en la que en vez de mano destaca un filoso arpón de hierro en el muñón mutilado, la reina se hace hacia atrás horrorizada.-¡Lo lamento Keitaro! ¡Hace tanto tiempo que no recordaba…-se disculpa la soberana.
-Está bien Chikako…a veces yo mismo lo olvido.-responde el rey de Marte.
-Al menos es útil para comer uvas…¿Cierto?.- dice acercándose a él un imponente y alto hombre con larga barba castaña.
-¡Achiab!.- dice Keitaro Hino abrazando con efusión al rey de Júpiter.-¡Me alegra verte!-
-Hace tiempo que no entrenamos juntos ¿Cómo está tu puntería?.-dice el gigante soberano de Júpiter. Keitaro Hino sonríe.
-No cambias Achiab…Estamos aquí solamente por razones de Estado.-dice a su lado la hermosa mujer rubia de largos cabellos, Afrodita, reina de Venus.
-¿Recibieron la señal de alarma?.- cuestiona Chikako de Mercurio. Los cuatro soberanos asienten con la cabeza.
-Si nosotros la recibimos eso quiere decir que los renegados…-insinúa Achiab Kino de Júpiter.
-¡No es posible!-salta furioso Keitaro Hino.-¡Serenity no puede haber incluido a los renegados!-La Ceremonia de Iniciación de la princesa debe llevarse a cabo con todos los gobernantes del Sistema Solar Keitaro.- dice la prudente reina de Venus.
-¡Los renegados no son parte del Sistema Solar Afrodita! ¡Olvidas acaso lo que ocurrió cuando la Diosa Selene otorgó a la Reina el don de la longevidad! ¡Fue la prueba de lealtad definitiva! ¡Ese día ellos mismos decidieron excluirse del Sistema Solar!.- continúa cada vez más alterado el monarca marciano.
-No somos quien para cuestionar las decisiones de Serenity Keitaro.- arguye la reina Chikako.-Yo por mi parte pienso que ha pasado suficiente tiempo como para que los soberanos de la Galaxia vuelvan a formar un solo Reino.-
-¿Acaso lo has olvidado ya Chikako?...¡Pues yo no!.- ruge Keitaro Hino mostrando su mano derecha mutilada.-Ese día perdí la mano derecha intentando defender a la Reina Serenity de los renegados, y perdería mi vida de nuevo por proteger su honor, ustedes y yo decidimos ser leales a ella, lo hemos sido todo este tiempo, y nos corresponde estar en la Ceremonia más que a esos traidores.-
En ese momento la puerta del Santuario se abre, y aparecen tres figuras blancas encapuchadas y un alto y venerable hombre de barba blanca y túnica planteada con un bastón de madera y ojos extrañamente ausentes, evidentemente ciego, aunque camina con seguridad por el recinto, los cuatro soberanos que ya estaban dentro miran a los recién llegados, uno a uno se retiran las capuchas y surge una bella mujer de cabello acuamarina, un hombre alto de mirada dura y fría y cabello negro con unos mechones canos en sus sienes, y un hombre rubio, con turbante, y un parche en el ojo izquierdo.
-¡A qué han venido a este lugar sagrado! ¡Es un sacrilegio que los Renegados pongan un solo pie en el hogar de la reina que una vez desafiaron!.-ruge Keitaro Hino adelantándose con paso firme, una llamarada surge de su mano izquierda, pero el enorme cuerpo del gigante rey de Júpiter se interpone y con su brazo lo detiene.
-¡Créenos Keitaro que no venimos por gusto!- dice igualmente furioso el hombre rubio del parche en el ojo.-Sino por la llamada de auxilio ya que a todos nos concierne el escape de Neherenia…-
-¿No saben nada de la ceremonia?.- se azora la reina de Mercurio.
-Desconocemos a qué ceremonia se refiere Reina Chikako.- dice el anciano ciego apoyado en su bastón.
-Candalath...¿No están enterados que hoy la princesa de la Luna tendrá su ceremonia de iniciación?.- pregunta el gigante rey de Júpiter, el anciano druida de Saturno niega con la cabeza.
-Solo venimos aquí por el asunto de Neherenia-dijo la mujer de cabello acuamarina, la reina Umiko de Neptuno.
-Pueden volver por donde vinieron…no los necesitamos para defender la galaxia.- dijo altivo Keitaro Hino.
-Te dije que era una mala idea venir Doku.- dijo el del parche al alto hombre canoso.
-Tranquilo Jattab…veamos que tienen que decir los sirvientes de Serenity.-dijo altivo el rey de Plutón.
-¡A quién llamaron sirvientes!- se molesta de nuevo Keitaro Hino y de no ser por los hercúleos brazos del jupiteriano se abría lanzado contra los recién llegados.
-A los que servilmente siguen a una soberana egoísta y débil.- responde el hombre del parche en el ojo, Jattab Tenou de Urano, las miradas del Uraniano y el Marciano chocan con furia.
-¡No vuelvas a insultar jamás a la Reina maldito Traidor!.- se sulfura Keitaro de Marte.-¡O te sacaré el ojo que me falto sacarte el día de tu traición!.-amenaza él tomando la empuñadura de su katana, los monarcas de Júpiter, Mercurio y Venus se hacen a un lado al ver la llamarada que sale de la katana de Keitaro.
Jattab Tenou de Urano se lanza hacia adelante con un fulgor amarillo en su mano y en la otra toma su cimitarra.
-¡Hazlo maldito marciano servil!¡Mi cimitarra desea cortarte también la otra mano!.-
-¡Calma majestades por favor!.- dice interponiéndose el anciano druida de Saturno.
-¡Aléjate anciano ciego!.-grita Keitaro de Marte mirando al Uraniano.-¡Esto debió pasar hace mucho tiempo!.-
-¡Acabemos lo que inició aquel día Keitaro!.- dijo el rey de Urano, la reina de Neptuno y el rey de Plutón se retiran también, los dos combatientes se miran furiosos, pero en ese momento las puertas de la Cámara del Cristal de Plata se abren y un fulgor plateado ciega a todos por un momento, luego la majestuosa figura de la Reina Serenity avanza por la sala de los tronos.
-¡Majestad!.- caen con rodilla en tierra los reyes de Júpiter, Venus, Mercurio y Marte, los de los planetas exteriores permanecen de pié, Serenity avanza hacia ellos con una sonrisa radiante.
-Esperaba que vinieran…-dice la soberana.- Candalath, un placer verte de nuevo…¿Haz encontrado ya a la reencarnación de la diosa Morrigan?.- cuestiona Serenity, el druida ciego inclina la cabeza.
-Saturno tiene ya soberana mi señora…solo que es una niña pequeña y aun está en entrenamiento.-
-Espero conocerla algún día.-el Druida impactado por la amabilidad de la reina se inclina también, a su lado, la reina Umiko de Neptuno se inclina por si misma.
-Majestad…Neptuno presenta sus excusas humildemente por el comportamiento que tuvimos el día de la rebelión.-dice ella.
-No son necesarias sus disculpas Umiko…esa decisión no la tomaste tú sino tu difunto esposo Gaito, y no queda en mi ningún resentimiento.-terminó Serenity, y luego miró a los dos hombres, el rey de Urano y el de Plutón seguían de pié desafiándola.
-Jattab…Doku…-dice la reina.
-¿Esperas que nos inclinemos ante ti como ellos? ¿Te gusta la adoración como siempre Serenity?-dice irónico el Rey de Plutón.
-¡Mide tus palabras renegado!.- salta Keitaro de Marte interponiéndose entre la reina y los dos monarcas con su katana, Jattab se coloca en guardia con su cimitarra.
-¡Keitaro!.- dice con tono firme la reina.-¡Guarda tu arma!.-
-¡Pero majestad! ¡Son traidores!.-
-¡Ahora!...-dice ella, Keitaro mal de su agrado guarda su katana.-¡En estos momentos de peligro, en la Galaxia no hay traidores, sino solo gobernantes que deben responder con firmeza, valor y entrega a la defensa de sus pueblos!...Si la batalla con Neherenia nos encuentra desunidos ¿Cómo podremos ganarla?...Creo que ha sido bastante de odios, venganzas y resentimientos entre planetas que una vez fueron aliados…Han sido llamados hoy para ser testigos de la ceremonia de iniciación de la futura soberana de la Luna, tienen una nueva oportunidad para jurar lealtad.- dice la Reina dirigiéndose a los monarcas del sistema exterior.
-¿Lealtad a quién Serenity? ¿A ti?.- cuestiona Doku de Plutón.
-No Doku…lealtad a la Galaxia…-responde la Reina-Y a la heredera el cristal de Plata…es el tiempo indicado para que las legendarias guerreras que salvarán nuestro Universo sean entrenadas en el Antiguo Código, hoy, con la ceremonia de iniciación, comenzamos una nueva Alianza Planetaria, en la que todos unidos defenderemos la vida de la Amenaza del Reino de la Luna de la Muerte, tienen en sus manos la decisión.- acaba ella.-Artemis…Llama a Luna y a mi hija, las esperaremos en la sala del Cristal de Plata.- dijo ella, Artemis con una reverencia salió del Santuario, luego Serenity caminó hacia la cámara sagrada seguida de los monarcas de Júpiter, Venus y Mercurio, dando la espalda a los demás, Keitaro Hino, con mueca irónica, avanzaba con su katana desenvainada caminando de espaldas, como temeroso de un ataque.
-Yo iré.- dice Candalath, el druida Saturniano.
-Y yo.- corrobora la reina Umiko de Neptuno.-¿Jattab?.- cuestiona ella mirando al uraniano del parche en el ojo que permanece con gesto de furia mirando a Keitaro de Marte.-Recuerda el último deseo de tu esposa… pidió que te reconciliaras con la reina…De haber sido menos orgulloso habrías pedido que la reina la curara…Jattab…-dice la Neptuniana.
-Lo haré…-dice el monarca del turbante.-Pero solo por el recuerdo de Haradja.-
-¿Rey Doku?.- dice el druida ciego, la alta figura de Doku Meiou de Plutón permanece con la vista fija en la sala del cristal de la que destellan rayos plateados, la frente contraída, y una sonrisa ambigua en su rostro inteligente y delgado.
-Al parecer aceptaremos la magnificencia de la soberana como viles animales a quien su dueño perdona la vida.- dice el plutoniano-Vamos pues.- y es el primero en caminar hacia la sala del Cristal de Plata.
